La Federación Dominicana de Fútbol (Fedofútbol) fue fundada en 1953 y se afilió a la Confederación de Norte Centro América y el Caribe (Concacaf) en 1964, alianza que le permite participar en eventos organizados por la Federación Internacional de Asociaciones de Futbol (FIFA).
Desde que se estampó la firma que certificó esa afiliación, el mayor sueño de los dominicanos ha sido llegar a un Campeonato Mundial en cualquier categoría, o modalidad. Tomó casi 60 años, pero se logró.
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Esta semana en el premundial de Honduras, la selección sub-20 dejó en el camino a El Salvador y a Jamaica, entre otros, para inscribir por primera vez el nombre de República Dominicana al más alto nivel, ante la sorpresa de esos que nos veían solo como buenos en béisbol.
Nuestro país estará el año próximo en Indonesia participando en la Copa Mundial de Fútbol sub-20 y no es por casualidad. Se debe a un trabajo constante que se viene ejecutando sin prisa, pero sin pausas, desde hace años.
El mejor ejemplo de ello es que han clasificado jugando estas eliminatorias sin el director técnico presente. Walter Benítez es cubano y no pudo viajar porque tenía un permiso de las autoridades hondureñas, pero las líneas aéreas no lo quisieron transportar sin una visa oficial.
Dirigió los partidos con la ayuda de su equipo técnico y un teléfono. Nos contó que en medio de los juegos llamaba al fisioterapeuta y este se acercaba al banco para impartir sus instrucciones y hacer las sustituciones.
El hecho de que aún en su ausencia se cumplió el objetivo habla muy bien de cómo se preparó el proyecto.
Esta clasificación afecta positivamente el mundo del fútbol en nuestro país y eso se va a reflejar de inmediato en el ranking de la FIFA, en la captación de talento dominicano desde las ligas internacionales, pero sobre todo en la manera en que desde ahora esas selecciones más tradicionales tomen en cuenta a la nuestra a la hora de enfrentamientos.
Estoy convencido de que el respeto se está imponiendo sobre la base de estos resultados y que falta poco para que dejen de vernos como los caribeños que solo saben de béisbol.
No fue casualidad, es el fruto del trabajo.
Por: Frank Camilo
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